El pasado 11 de mayo, la Asociación Educación Abierta organizó una jornada de reflexión colectiva, con el título “Lo que PISA no ve”, en las instalaciones de MediaLAB Prado. “Lo que PISA no ve” es parte de un proyecto más ambicioso de Educación Abierta, “Todos Educamos”, que quiere visibilizar que “desde la posición que ocupemos y los intereses que defendamos, todos compartimos con los profesionales de la educación la responsabilidad de que nuestros niños y jóvenes adquieran los valores propios de una sociedad democrática, los conocimientos necesarios para su desarrollo personal y profesional, y la capacidad para aprender a lo largo de la vida.”

Un diálogo para los próximos 3 años
La jornada “Lo que PISA no ve” tenía como propósito iniciar un diálogo rico, que se completará con investigación y encuentros en los próximos tres años, sobre el papel que la evaluación tiene como palanca fundamental de la transformación educativa que necesitamos como sociedad. A la cita acudimos casi un centenar de profesionales y bastantes estudiantes de bachillerato y grados. De las mesas de debate vimos surgir numerosas cuestiones sobre la evaluación “real” que precisa el sistema, los centros educativos, el profesorado y el alumnado, para mejorar en su realidad cotidiana.
Dedicamos el post de hoy resumir a algunas de las ideas y conclusiones que arrojó esta intensa jornada.

El título inicial de la jornada “Lo que PISA no ve” planteaba un interrogante en forma de dilema: ¿medimos lo que valoramos, o valoramos lo que medimos? Sabemos que, al elegir cómo y qué evaluamos, o qué modelo de evaluación se lleva a cabo (fundamentalmente, el elegir entre sumativa o formativa) estamos también eligiendo un modelo de sociedad y unos valores determinados. De esta forma, se está condicionando el tipo de educación que queremos y sus fines. ¿Aprendemos para mejorar o solo para aprobar? La evaluación no es jamás un proceso aséptico, únicamente técnico. Tiene un componente ético y social que no podemos ni debemos obviar. Aquel que evalúa puede estar llevando a cabo un ejercicio de poder que no siempre busca enriquecer el proceso de aprendizaje, sino estigmatizar el error o castigarlo.
Bienvenida y primeras reflexiones
Tras la bienvenida a cargo de Alfonso González Hermoso de Mendoza, Presidente de la Asociación Educación Abierta y Secretario General Técnico de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, fue el turno de Carlos Magro Mazo, que ejerce como Vicepresidente. Carlos Magro puntualizó ante todos los asistentes que evaluar significa “poner en valor”. De este modo, recordando lo que decía Miguel Ángel Santos Guerra en su libro “La evaluación como aprendizaje”, al escoger una u otra forma de evaluar, nos debe importar, primeramente, a quién beneficia y a quién le perjudica; a qué valores sociales sirve y qué se hace con los datos que surgen de ella. En demasiadas ocasiones, hacemos evaluaciones que nos llevan a finalidades de carácter pedagógico muy pobre: seleccionar, sancionar, exigir, clasificar, jerarquizar, promocionar a cualquier coste, atemorizar y juzgar….. En Educando siempre hemos defendido que la evaluación debe tener una naturaleza pedagógicamente rica. Debe servir para dialogar, diagnosticar, explicar, motivar, rectificar y contrastar. Por encima de todo, para reflexionar. En definitiva, una evaluación que ayude a la mejora y que busque formar a seres humanos integrales. De hecho, en las mesas de debate que siguieron a las tres ponencias iniciales, se habló de evaluar la Libertad, la Convivencia, la Bondad, la Creatividad….
Citando al propio Carlos Magro, que abrió varios “hilos” en Twitter sobre el alcance de la jornada,
“En educación hemos dedicado mucho tiempo a los métodos y poco a reflexionar sobre las metas. Hoy es sumamente importante debatir y dialogar sobre aquello que nuestros esfuerzos educativos deberían tratar de conseguir. Debemos decidir si queremos ser agentes de transformación o de reproducción. Si queremos que nuestras escuelas sirvan para que los menores aprueben exámenes y saquen buenas notas o para que aprendan a pensar y no acepten sin más la primera idea que les sea propuesta”.
CARLOS MAGRO
Una visión caleidoscópica
El mismo formato de la jornada fue un gran acierto. Tras la bienvenida e inauguración tomaron la palabra tres personalidades del mundo educativo con visiones diferentes que ofrecían un sano contrapunto, muy útil para generar el debate posterior.
Carmen Tovar, directora del INEE (Instituto Nacional de Evaluación Educativa), defendió ante los presentes la importancia de las evaluaciones externas (PISA, TALIS, PIRLS… ) para el diseño de políticas educativas y la toma de decisiones fundamentadas. Sin el establecimiento de puntos de referencia a nivel regional, nacional e internacional, se hace complicada una rendición de cuentas transparente, analizar tendencias a lo largo de un período de tiempo, conocer, innovar y mejorar el sistema educativo. Ofreció, además, el ejemplo de cómo los nuevos cuestionarios de contexto que se usan en esta pruebas externas nos han ayudado a entender variables muy importantes. Entre otros, qué incidencia tienen el contexto emocional o el nivel formativo del profesorado en los resultados finales de los centros o los alumnos; y la correlación entre motivación de profesores/alumnos y rendimiento.
A continuación tomó la palabra Flor Cabrera, Catedrática de la Universidad de Barcelona, que compartió con nosotros su visión de la evaluación como un espacio de creación de ciudadanía. Esta postura se asemeja mucho a la que María Acaso defendía en su libro “rEDUvolution: hacer la revolución en la educación”, del año 2013. La evaluación solo podrá convertirse en un espacio de diálogo si el docente cede parte del poder que se ejerce al evaluar. De este modo, el aprendiz transita desde el deber impuesto de estudiar a la responsabilidad de su propio aprendizaje, integrando los criterios con los que está siendo observado, para poder finalmente autorregularse y entender dónde están sus fortalezas y dónde las debilidades a corregir.

Cerró la triada de ponencias Javier Cortés, orientador y autor del blog Revoluación, que insistió en que no olvidemos la dimensión técnica de la evaluación, en equilibrio con su carácter ético. De su ponencia, destaca la necesidad de conocer las diversas metodologías de evaluación y aplicarlas en función de los objetivos. Javier Cortés puso sobre la mesa uno de los problemas a los que nos enfrentamos en el sistema educativo español: los contenidos conceptuales y procedimentales pesan mucho más que los actitudinales en los criterios y estándares de la ley educativa. Señaló además la falta de transdisciplinariedad: «la evaluación por competencias no existe. No es funcional. Los profesores evalúan sus asignaturas.»
Iniciamos el debate
Tras el acicate de las tres ponencias, comenzó el tiempo para las siete mesas simultáneas de debate. Los participantes rotaban, cada 20 minutos, para poder contribuir en varias de ellas. Algunos de los temas tratados fueron: ¿Para qué evaluamos?. Evaluar para la Bondad y la Libertad. Evaluar para transformar la sociedad. Evaluar para la convivencia y los derechos civiles. Evaluar para la creación de empleo. Para transformar el aula y el centro…
La mesa 7 llevaba el título genérico de la jornada, “Lo que PISA no ve”, y en ella tuve la suerte de coincidir con Mariano Fernández Enguita. El reputado sociólogo comentó que “la fobia a PISA es una fobia a la rendición de cuentas, a que nos miren”. Otra cosa es para qué se utilice políticamente PISA o si condiciona en exceso las políticas públicas de los países evaluados, hasta el punto de forzar a tomar medidas cortoplacistas que satisfagan los criterios de evaluación externos. Para Fernández Anguita, el dilema no es tanto la dicotomía “PISA sí/PISA no”, sino qué hacemos con los datos de PISA. Del mismo modo se pronunció Carmen Pellicer, también asistente a la jornada. El verdadero “quid” de la cuestión es qué decisiones tomamos a partir los datos que se obtienen de una evaluación. No olvidemos que, en España, PISA llegó a justificar una nueva ley educativa, la LOMCE.

Los moderadores de las mesas siguieron la metodología del diálogo socrático para enlazar unas preguntas con otras, de modo que, como ya se ha comentado en el post de “actualidad docente” de CECE, cada pregunta nos llevaba a varias más, en un diálogo de crecimiento exponencial, tremendamente estimulante. Tras compartir nuestras reflexiones y preguntas, las fuimos dejando por escrito en cientos de Post-its. Con ellos se dio forma a diferentes diagramas de flujo cuya primera síntesis se expuso al acabar la jornada.
La tarea que Educación Abierta se ha marcado es organizar todo el material que ha surgido, sintetizando o desgranando las preguntas clave, para desarrollarlas después con ayuda de expertos en Educación y Sociedad, tal como ya hicieron en su proyecto anterior, Calmar la Educación (libro descargable en este enlace), cuyas conclusiones tras dos años de trabajo se presentaron en octubre de 2018.

Seguiremos muy pendientes de este prometedor proyecto puesto que, como dice Carlos Magro en su último post en Educación Abierta, tenemos que tomar postura y despertar. Necesitamos saber para qué y a quién sirven nuestros datos educativos. Si bien es cierto que debemos ser capaces de diseñar sistemas que mejoren y ayuden en el proceso de aprendizaje, no es menos importante que debemos garantizar el futuro y los derechos de todos por una educación de verdadera calidad.
Gracias por describirnos así de bien la jornada y contarnos estas estupendas reflexiones!
La evaluación es clave en el cambio educativo que queremos, y reflexionar conjuntamente sobre ella es más necesario que nunca. Gracias por tu comentario.