Desde Educando defendemos que el verdadero propósito de la innovación educativa es la de trabajar en pro de la construcción de un nuevo humanismo ecotecnológico que impacte positivamente en las vidas de las personas y en los aprendizajes del alumnado y profesorado. Creemos que el mejor camino para lograrlo es a través de una pedagogía de reconexión en tres niveles: reconexión conmigo mismo, con el otro, y con la casa común, el Planeta. Es cada vez más urgente una escuela que nos facilite reconectar con nosotros mismos para escucharnos, para entendernos y atendernos, para darnos la oportunidad de crecer en todas las dimensiones de la persona y de ser más felices. Una escuela que nos brinde la oportunidad de detectar nuestros talentos, seamos aprendices o docentes, que nos permita re-conocer nuestras fortalezas y debilidades y sentir la motivación intrínseca de aprender para mejorar. La escuela debe también favorecer que conectemos con el OTRO. Así nos convertimos en una red de cuidados, tejiendo lazos dentro de nuestra escuela y también hacia fuera, con otras escuelas, para inspirarnos mutuamente, escuchándonos desde el respeto y entendiendo que cada persona, percepción y contexto es único. Para conectar con el resto de la comunidad educativa es fundamental la confianza mutua, el establecimiento de un liderazgo distribuido, la construcción democrática de las comunidades educativas…Por fin, la innovación debe conducirnos a la reconexión con la casa común, si queremos garantizar un presente y un futuro que ponga por encima de todo el bien común de todos los que habitamos el Planeta, y que ofrezca garantías de bienestar para todos y todas, desde una visión ecocéntrica y no únicamente antropocéntrica.
Dos días de potentes aprendizajes en red. 1er Congreso Internacional de Innovación Educativa en Andalucía.
Acabo de regresar de dos días fabulosos en la capital malagueña, en los que se ha discutido a fondo sobre el significado de la Educación con Sentido, que tanto defendemos en Educando. Han sido dos días estimulantes, de mirada amplia, de aprendizajes en red. He tenido la fortuna de ser invitada como ponente en el primer Congreso Internacional de Innovación Educativa organizado por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. El Congreso tenía por lema “Aprender la innovación. Construyendo juntos la escuela del futuro” y en él se han dado cita más de 500 personas de forma presencial, entre inscritos, ponentes, talleristas y expositores, a los que se sumaron más de 1000 participantes a través del streaming que la organización tuvo que ofrecer, cuando vieron que las inscripciones al Congreso se habían agotado en 24 horas. Vuelvo de Málaga con el corazón lleno de tranquilidad y esperanza, al comprobar que se está haciendo una educación de calidad en muchos rincones de la geografía española, independientemente de si la titularidad de la escuela es privada, concertada o pública (de hecho, un gran porcentaje de los centros que exponían sus buenas prácticas eran centros de la red pública andaluza). También traigo la cabeza bullendo de ideas, que intentaré resumir en esta entrada de mi blog.
Si tengo que destacar los aspectos que, para mí, han marcado la diferencia entre este Congreso y otras jornadas educativas a las que he acudido en los últimos años es, precisamente, la capacidad de construir juntos, de forma integrada y transdisciplinar, desde diferentes áreas de conocimiento y miradas (el mundo de la empresa, la tecnología, la pedagogía, la ecología, la gastronomía, la arquitectura, la ciencia…). Me fascinó la presencia muy destacada del arte (la danza, la música, la dramatización) que me pareció profundamente pertinente y que leí como declaración de intenciones por parte de los organizadores. La innovación educativa tiene que ver con las personas, con su creatividad, con sus cuerpos y sus mentes, con su forma de habitar el mundo y de entenderlo. Y, sobre todo, lo que me enganchó a este evento fue que tenía mucho peso la experiencia y el día a día de decenas de escuelas andaluzas, que desde sus variados contextos nos mostraron sus programas, sus avances y logros en innovación. Aunque eran centros en ocasiones muy diferentes entre sí, tienen algunos rasgos en común. Sus proyectos educativos son sólidos y bien vertebrados, basados en evidencias reales de aprendizaje y mejora de la convivencia; sostenibles en el tiempo, construidos y compartidos por toda la comunidad educativa. Proyectos cuyo “edificio” cuenta con cimientos y pilares firmes, que se mantienen aunque cambien sus líderes, sus cabezas visibles. Proyectos de innovación donde la excelencia no es un mero suceso, sino un proceso constante que se retroalimenta de la reflexión para seguir mejorando. Todo ello desde la generosidad del que comparte sin temor a que le “copien”, porque sabe que, solo así, crecemos todos y hacemos grande la educación. En otras jornadas he visto a docentes particulares hablando de sus experiencias de aula, pero la sensación que se percibía era que, en ocasiones, trabajaban en solitario. Y, como decía Michael Fullan en su libro Las fuerzas del cambio, con creces, “las islas de innovación impiden la innovación”. La innovación, ese cambio disruptivo que plantea un antes y un después en las organizaciones educativas, será sistémica y construida por todos o no será.
La importancia del pensamiento catedral en la innovación educativa
En las diferentes intervenciones que pude escuchar durante el Congreso (cuyo programa se puede consultar aquí) pude comprobar, con satisfacción, que en general se huía de recetas fáciles, de pirotecnia educativa y de miradas cortoplacistas.Y es que todos los que nos dedicamos a acompañar a los centros en sus procesos de transformación sabemos que innovar satisfactoriamente en educación lleva su tiempo. La urgencia es mala consejera; suele llevar aparejada escasa reflexión, y no permite que el cambio de cultura necesario cale profundo y empape a todos, como lluvia fina. La urgencia, por el contrario, tiene el mismo efecto que el aluvión de agua brava, piedras y fango que acompaña a los temporales. Su agua no nos nutre; al contrario, arrasa, descarna la superficie, deja nuestras raíces debilitadas y al descubierto. Y el terreno educativo en que teníamos que construir resulta fatalmente erosionado. En medio del temporal, podemos olvidar quiénes éramos y perder el norte, no saber a dónde queremos llegar. Para innovar en educación necesitamos mirar primero atrás, y entender nuestro recorrido: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿por qué estamos ahora mismo en esta situación como organización? En definitiva, construir hoy desde la reflexión y la calma para perdurar mañana, con unas líneas educativas que tengan coherencia y fundamentación, que atiendan a nuestro contexto y respondan a todas las necesidades, tanto de nuestra comunidad educativa como de la Sociedad del s. XXI y del Planeta. Vivimos en una realidad cada vez más interconectada; sabemos que lo que hacemos a nivel local tendrá efectos a nivel global. Estamos en un momento de impasse muy importante, que algunos expertos han bautizado como la “era de la perplejidad”. Los retos son complejos, tal como discutíamos en este post, y nos vemos empujados a construir entre todos nuevas narrativas sobre el propósito de educar. Esa narrativa, como decía Antonio Machado, ha de ir “despacito y buena letra/que el hacer las cosas bien/ importa más que el hacerlas”. El edificio que diseñemos y levantemos entre todos tiene que ser sostenible, sólido, resistente y bello como una catedral, de la que todos nos sintamos orgullosos.
Para ello hay que tener en cuenta cuestiones como la emergencia climática en la que nos encontramos (maravilloso el programa Aldea de educación ambiental, que la Junta de Andalucía arrancó hace ya 25 años), la inclusión de todos y todas a partir de marcos como el DUA –Diseño Universal para el Aprendizaje; el desarrollo del pensamiento emprendedor, para que nuestro país no se quede atrás, la internacionalización y la Competencia global, o el uso de las tecnologías que nos empoderan para una adecuada participación ciudadana, o bien mejoran nuestras vidas y las condiciones en que habitamos el Planeta. Todo ello desde una visión humanista que vuelva a poner en el centro del aprendizaje valores como el respeto y la dignidad de cada persona, la diversidad entendida como riqueza, la justicia y la equidad. No vaya a suceder que repitamos la terrible anécdota histórica que circula por las redes sobre la carta dirigida a sus maestros que al parecer escribió un prisionero judío y que se encontró en un campo de concentración. Perdóneme el lector que no haya podido verificar su autoría, aunque merece la pena reflexionar sobre su planteamiento…
Mientras hablamos de futuro ¿estamos ignorando el presente y el diálogo con la tradición?
Uno de los momentos del Congreso que ha sido más relevante y querido para mí fue el “diálogo a tres” que compartí con Carlos Magro, el presidente de la Asociación Educación Abierta, y con Jesús Guillén, miembro de la cátedra de neuroeducación de la Universidad de Barcelona. La mesa de diálogo resultó muy rica en reflexiones, pero me gustaría destacar algunas de las ideas que defendió Carlos sobre la necesidad de dialogar con la tradición para construir la Escuela del Futuro. Y es que, como bien señalaba él, en ocasiones la palabra “innovación” está tan manida, que acaba vaciándose de significado y trascendencia. En algunas de mis formaciones con compañeros docentes he tenido que recordar que muchas de las ideas de “innovación educativa” que creemos muy actuales y disruptivas, beben en realidad de las fuentes de la tradición. ¿Quiere el lector unos cuantos ejemplos que se me vienen ahora mismo a la cabeza? Las “preguntas poderosas” que ahora están tan en boga en los discursos de la metacognición y del coaching educativo no son otra cosa que la mayéutica socrática. La alfabetización e inteligencia emocional de Salovey, Mayer y Goleman, con sus principios del autoconocimiento, autoconciencia, autorregulación y motivación hacia el logro se acercan bastante al “conócete, acéptate, supérate” de San Agustín. El Aprendizaje basado en Retos y Proyectos ya lo usaban John Dewey y William Kilpatrick a principios del siglo XX. Se está poniendo de moda un modelo de escuela ecológica y sostenible como la Green School, mientras olvidamos que la Etnoeducación lleva décadas hablando de la conexión de la pedagogía y la crianza con el territorio que habitamos y en el que estamos enraizados, valga la metáfora natural. Ahora hablamos de Aulas del Futuro, pero olvidamos que el término “Tercer Maestro”, referido a la influencia que tiene el espacio en los aprendizajes, es un término acuñado por Loris Malaguzzi en los años 70-80 del siglo pasado en el contexto de las Escuelas Reggio Emilia. Y mientras defendemos la pertinencia de la pedagogía de la indagación del Bachillerato Internacional, se nos olvida aquello que dijo Giner de los Ríos: “Hay que convertir las lecciones en una conversación familiar, práctica y continua entre maestro y discípulo; conversación cuyos límites variarán libremente en cada caso, según es fácil suponer, pero que acabará con las explicaciones e interrogatorios del método académico, como igualmente con la solemnidad de nuestros exámenes y demás ejercicios…”
La cuestión es que no solo ignoramos las fuentes de la tradición cuando miramos hacia el futuro. ¿No nos sucede también que, de tanto mirar al mañana, estamos olvidando el presente? Carlos Magro lo decía también en este magnífico post del pasado mes de octubre, cuando nos advertía de que “Nos hemos convertido en una sociedad tan obsesionada con el futuro que nos hemos olvidado literalmente de vivir”. ¿Por qué pensar tanto en cómo será mañana el niño que hoy tiene que conocer sus talentos, sus fortalezas? Si no conoce (o re-conoce) esos talentos, si la escuela no le acompaña para que descubra sus puntos fuertes ¿cómo construirá sólidamente su futuro ese niño? En la ponencia de cierre de las “Jornadas para una Educación con Sentido- JECS” que se celebraron en Madrid en junio del 2021, precisamente titulé mi ponencia “Los futuros de la educación con sentido” y recordaba, tal como recuerda Carlos Magro en su post de octubre, que no hay mapas inamovibles, sino rutas o cartas de navegación por trazar, y que cada uno de nosotros tenemos hoy la responsabilidad de contribuir al desarrollo de los aprendices desde el respeto, entendido este como nos señala Eric Fromm en El Arte de Amar:
Respeto no significa temor y sumisa reverencia; denota, de acuerdo con la raíz de la palabra (respicere=mirar), la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es.

Reconexión con nosotros mismos, con el Otro y con el Planeta
Una de las cuestiones que me agradó profundamente del Congreso es que muchos de los colegios andaluces que presentaron sus proyectos de innovación tenían bien presente el Presente, valga la redundancia. Colegios que se paran a reflexionar hoy, junto con sus comunidades, para transformar social y culturalmente no solo el centro, sino su contexto y entorno, compensar sus carencias y construir juntos el hoy y el mañana. Colegios que parten del respeto más absoluto ante lo que cada familia, cada niño, cada docente son y representan. En esta construcción conjunta había numerosas propuestas vertebradas alrededor de Comunidades de Aprendizaje, como las de los centros CEIP San Juan de la Cruz, en Baeza; el CEIP Ciudad de Popayán, en Málaga; el CEIP Albolafia, en Córdoba, el CEIP El Gracia, en un área de difícil desempeño en Málaga, o el CEIP Ibarburu, que está situado en el extremo sur de la ciudad sevillana de Dos Hermanas, y escolariza niñas y niños de etnia gitana hasta 2ª de ESO que viven en un gueto de marginalidad, Cerro Blanco, tal como nos cuenta aquí su director, Raúl Gómez Ferrete. Son todos ellos centros que han logrado grandes avances en el autoconocimiento y autogestión de los propios límites y fortalezas (la reconexión con uno mismo) pero también han construido y crecido haciendo funcionar la solidaridad, la cooperación… y caminan decididos hacia la mejora de los rendimientos escolares y de la convivencia.
En todos los proyectos se podía ver esa pedagogía de reconexión con el Otro, de inclusión, y el principio de que la diversidad es riqueza. En este sentido, destaco el proyecto del IES Zoco, de Cordoba, con su plan de biblioteca escolar que busca trabajar la oralidad y la alfabetización mediática a través una escuela de cine en la que aprendices de diferentes nacionalidades han reflexionado, por ejemplo, sobre las migraciones, la guerra de Siria o sobre los refugiados sarahauis. El IES Zoco es un instituto público en el que la semana cultural se ha titulado “El zoco de las tres culturas” y el proyecto “Escuela, espacio de Paz” busca conectar con los iguales a partir de un modelo de convivencia positiva que fomenta la resolución pacífica de conflictos.
Otro de los centros cuyo planteamiento educativo nos pareció un ejemplo fantástico de reconexión con el Otro y con el Planeta fue el del IES La Paz, de Granada, que cuenta con numerosas iniciativas de innovación entre las que están el Plan de Igualdad (este año con el proyecto “vérsame mucho”), el proyecto “Leo en Violeta”, contra la violencia de género, o los proyectos de embellecimiento de huerto y jardín, el jardín de plantas aromáticas o el proyecto +Verde, dentro de la red de Ecoescuelas andaluzas. Y, por fin, no queremos dejar fuera de este pequeño recorrido-homenaje a la “Educación con Sentido” al CEIP Sierra Nevada, de Güejar Sierra, que lleva trabajando sin descanso 10 años para que su Comunidad de Aprendizaje sea cada día más coherente y ayude a impulsar el centro. Sus prácticas educativas son muchas y variadas, como se ve en su blog. El CEIP Sierra Nevada es un referente autonómico en educación inclusiva; cuenta con proyectos Erasmus K1 y K2; usa el arte como herramienta fundamental para la expresión de las emociones (reconexión con uno mismo) y para el desarrollo de la creatividad… todo esto no se sostendría sin un sólido plan de desarrollo profesional para sus docentes, que se fundamenta en la confianza mutua, la responsabilidad individual y colectiva, y el empoderamiento para la toma de decisiones de cada uno de los miembros de la comunidad docente, algo que habla claramente de sus prácticas de liderazgo democrático y distribuido.
Pedagogías de la reconexión desde fuera de las escuelas
En el Congreso también hubo cabida para otras experiencias de innovación que impactan positivamente en la educación desde las pedagogías de la reconexión con el Otro y con el Planeta, aunque no formen parte del día a día de las escuelas de educación formal y reglada. En una de las mesas de expertos a las que asistí pude escuchar a Teresa Cruz Sánchez, de la Fundación Descubre, (la Fundación andaluza para la divulgación de la innovación y el conocimiento). Nos llamó poderosamente la atención su actividad “Café con Ciencia”, en la que quince chavales se sientan a desayunar y charlar con un científico de prestigio; los talleres de “turismo con ciencia” (reconexión con el Planeta) o “Ciencia al fresquito”, que lleva durante el verano la divulgación científica a núcleos andaluces de menos de 50.000 habitantes, donde pasan sus vacaciones los científicos que colaboran con el proyecto. En la misma mesa de expertos estaba Paqui Godino, que desde su editorial La Traviesa ediciones ha editado el libro La escuela a cielo abierto, un propuesta de reconexión con la Naturaleza y con el Planeta a través del currículo escolar, que permite trabajar al aire libre todas las áreas de conocimiento de educación infantil y primaria. Su libro incluye 200 actividades, distribuidas en 45 secuencias, una introducción pedagógica y recomendaciones prácticas. A partir de la propuesta didáctica, Paqui ha impulsado una comunidad de docentes que lleva el mismo nombre, La escuela a cielo abierto, y que ya está funcionando y compartiendo ideas y buenas prácticas (de nuevo, la reconexión con el Otro).
Finalmente, y en la misma mesa de expertos, conocimos a Miguel Ángel Herrera Benítez, de Rustic Experience Andalucía. Dentro de todas las actividades que Miguel Ángel coordina, nos fascinó su proyecto El golimbreo, una escuela de cocina muy especial. Se trata de una iniciativa enmarcada en el Programa Labora, gestionada por la Fundación Diagrama y dependiente de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía, que busca formar y dar salidas laborales a chicos de entre 16 y 18 que provienen del Sistema de Protección. Podéis leer sobre esta escuela de cocina y su compromiso social aquí.
Escuela inclusiva a través del DUA y liderazgo distribuido, los caminos para impulsar la innovación
Los dos días de Congreso tuvieron innumerables presentaciones de expertos y encuentros simultáneos con centros inspiradores, así que resultó imposible atender a todo lo que allí se expuso. La organización ha dejado en abierto la grabación del streaming, para revisitar lo sucedido en las distintas ponencias y mesas de expertos. Se pueden consultar las ponencias de los dos días aquí. Quisiera cerrar esta entrada del blog con dos referencias finales: la primera, destacando el nuevo modelo pedagógico REA DUA (Recursos Educativos Abiertos con enfoque de Diseño Universal del Aprendizaje) de la Junta de Andalucía, que fue presentado en el Congreso CIEAND y que están construyendo muchos docentes andaluces, comprometidos con la atención a la diversidad, el aprendizaje experiencial, la reflexión cognitiva y el desarrollo de las funciones ejecutivas. Se puede ver algún ejemplo de las primeras guías y prototipos desarrollados aquí.
Y, por último, la ponencia de clausura “Learning Agility: bienvenidos a la era Knowmad”, que estuvo a cargo de Raquel Roca. En ella habló de la necesidad de líderes inspiracionales y capaces de transformar con su equipo la realidad de las organizaciones (como he narrado antes, de estos líderes hubo nutrida presencia en el Congreso), y de cómo innovar, con este liderazgo distribuido, a partir de la confianza, la redarquía, la flexibilidad, considerando el conocimiento (compartido y aumentado) como el mejor capital para un proyecto, dando a lo social y al bienestar de las personas una importancia central en nuestras organizaciones y construyendo desde el diálogo la transparencia, tal como defendíamos en este post de hace unos meses. Gracias, Raquel, por tu inspiración constante.
Felicidades Mtra. Teba.
Observé su video de visión de la educación y quede…Reflexivo al escucharla, particularmente con su frase: El mapa no es el territorio….
Wao