Los estilos de crianza que implementamos con nuestros hijos condicionan, en gran medida, sus creencias más profundas, y por ende su desarrollo personal y social posterior, la capacidad de gestionar adecuadamente sus emociones y sus comportamientos. Los extremos nunca fueron buenos: ni sobreprotección, ni autoritarismo y exigencia en demasía. Tampoco los estilos permisivos o negligentes funcionan: un hijo no debería nunca sentirse abandonado o poco importante. ¿Quieres que tus hijos se sientan empoderados y sean capaces de lidiar adecuadamente con los desafíos que les ponga el entorno? Es el momento de plantearnos si estamos practicando una crianza verdaderamente respetuosa.
Educar en la responsabilidad
Educar en la responsabilidad es una tarea de todos. Implica asumir nuestros hechos cotidianos, tener un comportamiento cuidadoso para con los demás, porque cuidando al otro, también nos cuidamos y crecemos como seres humanos. Una responsabilidad que, bien asumida, nos librará tanto de los extremos del individualismo egoísta como de la culpa, esa piedra que pesa tanto en la mochila y nos impide avanzar.