En la sociedad de la “modernidad líquida”, del individualismo egoísta, la autocomplaciencia, la recompensa automática y la inmediatez, es muy complicado desarrollar en los niños y adolescentes la paciencia y la resiliencia suficientes para aprender reflexivamente, con calma y sin rechazo a la idea de que, casi siempre, lo que merece la pena se consigue con tiempo y esfuerzo.